DISCURSO XXIV ῾ΥΠΕΡ ΤΟΥ ᾿ΑΔΥΝΑΤΟΥ
[1] Ὀλίγου δέω χάριν ἔχειν, ὦ βουλή, τῷ κατηγόρῳ, ὅτι μοι παρεσκεύασε τὸν ἀγῶνα τοῦτον, εἰ πρότερον οὐκ ἔχων πρόφασιν ἐφ‘ ἧς τοῦ βίου λόγον δοίην, νυνί διὰ τοῦτον εἰληφα. καὶ πειράσομαι τῷ λόγῳ τοῦτον μὲν επιδεῖξαι ψευδόμενον, ἐμαυτὸν δὲ βεβιωκότα μέχρι τῆσδε τῆς ἡμερας ἐπαίνου μᾶλλον ἄξιον ἤ φθόνου· διὰ γὰρ οὐδεν ἄλλον μοι δοκεῖ παρασκευάσαι τόνδε μοι τὸν κίνδυνον οὗτος ἤ διὰ φθόνον.
Trad. Poco me falta, Consejo, para agradecer al acusador que me haya preparado este proceso, puesto que si antes no tenía excusa con la que dar cuenta de mi vida, ahora gracias a éste la tengo. E intentaré con mi discurso demostrar que éste miente por un lado, por otro que yo mismo he vivido hasta este día más digno de alabanza que de envidia; pues por ninguna otra cosa que por envidia me parece que ése me ha preparado este peligro.
Análisis del párrafo.
χάριν ἔχειν, ὦ βουλή, τῷ κατηγόρῳ, subordinada sustantiva de infinitivo dependiente de δέω.
ὅτι μοι παρεσκεύασε τὸν ἀγῶνα τοῦτον, subordinada sustantiva CD dependiente de χάριν ἔχειν.
εἰ πρότερον οὐκ ἔχων πρόφασιν, construcción de participio apositivo.
ἐφ’ ἧς τοῦ βίου λόγον δοίην, subordinada de relativo cuyo antecedente con el que concierta en género y número es πρόφασιν.
τοῦτον μὲν επιδεῖξαι , subordinada sustantiva dependiente de πειράσομαι
ψευδόμενον, construcción de participio predicativo de CD dependiente de επιδεῖξαι
ἐμαυτὸν δὲ βεβιωκότα μέχρι τῆσδε τῆς ἡμερας ἐπαίνου μᾶλλον ἄξιον ἤ φθόνου, igual que la anterior se trata de una construcción de participio predicativo de CD dependientes ambos de επιδεῖξαι.
παρασκευάσαι τόνδε μοι τὸν κίνδυνον οὗτος ἤ διὰ φθόνον, subordinada sustantiva de infinitivo de sujeto, se trata de una construcción personal de infinitivo dependiente de δοκεῖ.
Análisis morfológico.
Ὀλίγου δέω , poco me falta (necesito poco, literal)
χάριν ἔχειν, agradecer (literal, tener agradecimiento)
παρεσκεύασε, aoristo de indicativo sigmático activo
δοίην, optativo oblicuo
εἰληφα perfecto de indicativo activo
επιδεῖξαι infinitivo de aoristo activo
βεβιωκότα, participio de perfecto activo en acusativo singular
ἤ φθόνου· ,segundo término de la comparación.
παρασκευάσαι, infinitivo de aoristo activo
οὗτος, en realidad es el sujeto de παρασκευάσαι, construcción personal de infinitivo dependiente de μοι δοκεῖ.
Etimología.
Las palabras que aparecen en el texto en negrita son todas ellas para derivar etimológicamente.
Ὀλίγου: oligarquía, oligarca, oligofrénico, oligofrenia, oligotrofia.
χάριν: eucaristía, carisma, caridad, Caronte, Aqueronte.
κατηγόρῳ: categoria, categórico, agorar
παρα, paralelógramo, paralelo, paradoja, parataxis, paradigma, parábola, parásito, paranoia, parodia, paréntesis.
ἀγῶνα ,agón, agonia, agonizar, agonal.
πρόφασιν, perífrasis,antífrasis, paráfrasis, Teofrasto.
ἐφ‘(᾿᾿επι), epilogo, epifania, epiteto, epidermis, epicentro, epidural, episodio, epónimo, epigrafía, epígrafe, epílogo, epitafio, epígono, epitalamio.
βίου, biografia, biólogo, anfibio.
λόγον , logopedia, logaritmo, logotipo, logográfico, monólogo, analogía, homólogo, geología, biología, prólogo, epilogo, silogismo.
διὰ , diálogo, diálisis, diáspor, diagrama,diámetro, diagrama, diadema, diarrea, diáfano
πειράσομαι , empírico, pirata
επιδεῖξαι, epidíctico, deixis, deíctico
ψευδόμενον, pseudo, pseudónimo, pseudoscopia, pseudogamia
ἡμερας , hemeroteca, hemerografía, hemeralolopía, efímero, efemérides, hemerología
ἄξιον , axioma, axiología,axiómetro
ἄλλον , alomorfo, alófono, alóctono, alótropo, alegoría, alopatía, aléntesis
μοι (ἐγω) egolatra, egocentrismo, egoísmo, egotismo.
δοκεῖ dogma, ortodoxo, heterodoxo, paradoja, eudoxia
Cultura
La palabra tuvo un valor prominente en la cultura griega, que fue durante mucho tiempo cultura oral. Los varios géneros de literatura oral sólo gradualmente adquirieron forma escrita, a pesar de que hacía varios cientos de años que se contaba con el alfabeto que los fenicios introdujeron en Grecia. Sin embargo, cuando la literatura oral se convirtió en literatura escrita, el discurso no perdió su significado especial, ni en la forma ni en la sustancia.
El arte de hablar con propiedad requiere que se consideren con atención los términos de relación entre los cuales se mueve y se desarrolla el discurso. Esta relación de la persona que habla y la que escucha se da en la época clásica por la conjugación de la evolución filosófica, política y literaria del pueblo griego. Surge entonces el hablar bien como una exigencia de la educación de la vida colectiva de los ciudadanos.
El cambio político de Grecia, que culminó en Atenas con las reformas de Pericles, exigió una mayor participación de los ciudadanos en la administración del Estado. Debían intervenir en el sistema político y judicial como orador que proponía medidas políticas referentes al bien del Estado, ya como acusador o como juez que impartía justicia. Se hizo necesario entonces cambiar la forma de los discursos, que representaban el instrumento práctico esencial del sistema político-democrático.
Cuando hacia el 427 a. C. Gorgias de Leontino fue nombrado embajador en Atenas, se conoció y se apreció en toda el Ática la retórica siciliana. Los sofistas acogieron los instrumentos teóricos de los rétores sicilianos y les dieron una finalidad trascendente: la educación de los ciudadanos. Aunque en teoría todos los ciudadanos tenían la posibilidad de incrementar su aptitud intelectual y oratoria, en la práctica los sofistas podían formar sólo a los futuros caudillos del imperio ateniense, a aquellos cuyas dotes naturales y condiciones familiares y económicas les permitieran alcanzar los puestos más elevados en la administración del Estado.
Indudablemente la figura de los sofistas permitió que la oratoria llegara a su madurez. Con su empeño por mejorar el lenguaje, hicieron que la composición y el estilo de los discursos, ya orgánicamente articulados, reflejará tendencias poéticas y rítmicas.
La falta de preocupación moral mostrada por muchos sofistas fue lo que atrajo el juicio negativo que sobre ellos poseemos actualmente, y que se debe sobre todo a las opiniones de Aristófanes, Platón y Aristóteles.
Desgraciadamente los oradores no dejaron por escrito sus obras, pues temían ser considerados sofistas si publicaban sus discursos. En consecuencia el género judicial era el que tenía mayor atención por parte de los maestros. Ello dio por resultado el surgimiento de una clase con una profesión determinada, el logógrafo, buen conocedor de las técnicas retóricas y las leyes. La gran mayoría de los oradores del canón ático pertenecieron a la categoría de logógrafos.
En el siglo IV los oradores empiezan a publicar los discursos o los reelaboran y publican después de pronunciarlos. La oratoria de este siglo tiene sobre todo como inspiración el marco histórico-político que la surte de una efervescencia tal que le confiere una fuerza y una grandeza difíciles de alcanzar posteriormente. Debido a esto, la oratoria ática llega a su madurez.
LA JUSTICIA EN LA ANTIGUA GRECIA
El derecho griego era un sistema jurídico más alejado de nosotros que el romano, en el que se basa gran parte de la tradición legal de Occidente. Sobre todo por la falta de una codificación sistematizada, lo que se debe, entre otras razones, a la fragmentación política de Grecia en multitud de poleis, y escrita.
El ordenamiento jurídico de cada polis era diferente, y de ninguna otra tenemo tanta información como de la Atenas clásica en el período de los siglos V-IV a. C., la época dorada de la democracia ateniense. Antes, la sociedad de Atenas, que oscilaba entre la aristocracia rural y las clases populares, había tendido gradualmente a una cierta apertura, y a principios del siglo VII a. C. medió entre ambas partes el mítico Solón, cuyas reformas en el sistema judicial entrañaron dos grandes novedades: la posibilidad de ejercer la acusación particular, pues hasta entonces la acción era sólo personal y la introducción de derecho de apelación a un tribunal contra la decisión del magistrado.
La democratización se hizo más profunda cuando Pericles introdujo el sueldo para los jueces: dos óbolos por día, lo que facilitó que accedieran al jurado los humildes y, sobre todo, los ancianos.
Por entonces el poder político estaba concentrado en la ἔκκλεσια o Asamblea y en la Βουλή o Consejo de lo Quinientos; el poder judicial también, directamente o delegado en los tribunales ordinarios.
Política y judicatura, pues, estaban mezcladas. Los jueces eran ciudadanos normales que componían un órgano, δικαστεριὸν, de donde se fomaba cada tribunal. Para ser miembro del mismo sólo se requería ser hombre, mayor de 30 años e hijo de padre ateniense y madre libre (de padre y madre ateniense desde 450 a. C.). La figura del δικαστής es extraña a nuestro concepto de juez y se aproxima al de jurado, sin serlo exactamente.
El número de jueces sobrepasaba la centena: 201, para demandas por sumas inferiores a 1000 dracmas; 401, para las superiores; múltiplos de 500 para asuntos de derecho público. Con el número impar se evitaban empates en las votaciones, pues en tal caso el acusado era inmediatamente absuelto. Los jueces votaban con un guijarro o una concha en una urna. En caso de condena, algunas penas venían fijadas por la ley, pero normalmente la acusación proponía la pena, y otra alternativa el condenado. Las penas de cárcel no eran largas; se preferían las multas, la muerte, el destierro, el embargo de propiedades o la privación de derechos.
Con respecto a las partes, la tutela judicial era sólo efectiva para los hombres libres atenienses, aunque los metecos tenían acceso a la jurisdicción. Las mujeres eran representadas por una especie de tutor, κυριὸς. El ciudadano podía perder el derecho a recurrir a los tribunales en caso de ἀτιμία o pérdida del honor. Los delitos y las faltas no se diferenciaban como hoy en día, pero sí había una clara separación entre causas públicas y privadas.
No había abogados, sino acusado ni acusador en persona, que hablaban por ellos mismos el tiempo marcado por la clepsidra. Sin embargo, a partir del gran orador Antifonte proliferaron los redactores de discursos profesionales o logógrafos y la oratoria forense se desarrolló hasta llegar a los discursos de Lisias o Demóstenes. Los oradores a menudo tenían una carrera política tras la judicial. Un buen discurso era fundamental para influir en los jueces y los logógrafos se ganaban bien la vida a causa de los abundantes pleitos de la bulliciosa Atenas clásica.
ΒΟΥΛΗ
En las ciudades de Grecia antigua la Βουλή era la asamblea restringida de ciudadanos encragados de los asuntos corrientes de la ciudad. Su nombre a menudo ha sido traducido por Consejo.
El Consejo original de Atenas fue el Areópago. Estaba compuesto por ex-arcontes y tenía carácter aristocrático.
La boulé ateniense fue establecida por Solón en 594 a. C., estaba formada por 400 hombres, 100 de cada una de las clases censatarias atenienses que eran los pentacosiomedimnos, los caballeros, los zeugitas, y lo tetes.
Con la reforma de Clístenes, la boulé evoluciona en una asamblea de 500 miembros renovados cada año, llamado Consejo de los Quinientos. Por cada una de las 10 tribus nuevas, 50 ciudadanos eran designados bouleutas por sorteo entre listas de voluntarios redactadas por demos. Después de las reformas de Pericles esta magistratura fue retribuida por el μυσθὸς. Los ciudadanos atenienses podían ser bouleutas un máximo de dos veces en su vida.
El papel de la Boulé era recoger las proposciones de ley de los ciudadanos, προβούλευμα, a fin de establecer el orden del día de las sesiones de la ἔκκλεσια, que ella convocaba. Una presidencia rotatoria de la Boulé, la pritanía de una duración de un mes ateniense, estaba asegurada por los bouleutas de una misma tribu. El mandato de un bouleuta era anual, y el año ateniense constaba de 10 meses, todo bouleuta llega a ser pritano una vez. Entre los pritanos, se sorteaba diariamente un «presidente del Consejo», ἐπιστατὴς, que era el responsable del buen desarrollo de las sesiones de la Boulé y de la Ecclesia. En el caso de promulgación o de discusión de un decreto contrario a las leyes de la ciudad bajo su corta presidencia, podía ser condenado a una grave sanción por el procedimiento de la γραφὴ παρὰ νόμων.
Además estaba encargada de verificar que las leyes y decretos promulgados por la Ecclesia no podían ir en contra de las leyes fundamentales de la ciudad.
Al cabo de los siglos la Boulé recibió nuevas atribuciones, y en particular las de la acusación, así la Boulé llevaba una pequeña parte del poder judicial:
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ἡ γραφή παρά νὸμων, es la acción en la justicia pública en oposición a la δική, acción en la justicia privada. Es literalmente una acción pública en la justicia para defender las leyes. Se traducía por la posibilidad ofrecida a todos los ciudadanos de solicitar la abrogación de un decreto o de una ley, en el momento de su proposición y durante el año que seguía de adopción, si se estimaba que las leyes fundamentales de la ciudad eran infringidas o puestas en peligro. El autor, pero también el epístata que presidía la Asmblea el día de la votación eran perseguidos y condenados a graves sanciones. Este procedimiento judicial empezaba en la Pnyx, pero en enjuiciamiento era hecho por los heliastas.
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ἡ εἰσαγγελία, es la denuncia pública de un ciudadano o de un magistrado ante la Ecclesia, donde se le acusaba de una acción política o de un delito que lesionaba los intereses de la ciudad, como una corrupción o un complot. Si por su voto la Ecclesia decidía seguir con una acusación era transmitido a la Boulé que redactaba entonces un probouleuma para definir precisamente el delito y proponer la sanción. La Ecclesia decidía entonces juzgar ella misma el asunto o de llevarla ante la Heliea.
Además la Boulé ejercía otra función era la responsable de la rendición de cuentas de los magistrados, es decir, del control de su trabajo al final de su mandato, y del control preliminar de los nuevos bouleutas entrantes.
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